·
El dictador Rafael Leonidas Trujillo recibió siete impactos de bala durante
su ajusticiamiento la noche del 30 de mayo de 1961, de acuerdo a la
autopsia que le practicaron al día siguiente.
El registro lo hizo Sergio Tulio
Victoria Mazara, secretario de la Primera Cámara de lo Penal del Juzgado de
Primera Instancia del Distrito Nacional, como parte del proceso instruido
por la muerte del tirano, con el timbrado de Servicio Judicial, en el año
1961.
“Emilio E. Ravelo, oficial del
Estado Civil de la Primera Circunscripción del Distrito
Nacional, República Dominicana, certifica que en los archivos a su cargo
existe asentada una partida de defunción número 598, libro 96, folio 1/3,
que copiada a la letra dice así:
En Ciudad Trujillo, República
Dominicana, a los diez días del mes de julio del año mil novecientos
sesenta y uno. Yo, Emilio E. Ravelo, oficial del Estado Civil de la Primera Circunscripción
del Distrito Nacional; siendo las ocho horas de la mañana y actuando de
conformidad con el requerimiento héchome por el señor Secretario de Estado
de Justicia por mediación del señor Director de la Oficina Central
del Estado Civil en su oficio OC No. 2083, de fecha seis del corriente mes,
he procedido a hacer la inscripción de defunción del Generalísimo Dr.
Rafael Leonidas Trujillo Molina”, registra el expediente.
Para tales fines, señaló Ravelo,
tuvo a la vista el certificado médico expedido el día tres de julio
por el general de brigada médico Francisco González Cruz, Ejército
Nacional, director del Cuerpo Médico y Sanidad Militar.
El oficial del Estado Civil se
refiere a la certificación del general González Cruz, en la que indica que
el 31 de mayo de 1961 “examiné el cadáver de su Excelencia el Generalísimo
Doctor Rafael Leonidas Trujillo Molina, Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva,
comprobando que presentaba las siguientes lesiones...
a) Herida de bala con orificio de
entrada en la región mentoniana, a nivel de la línea media, sin orificio de
salida que ocasionó la fractura del maxilar inferior y pérdida de varias
piezas dentarias; b) Herida de bala con orificio de entrada a nivel del
segundo espacio intercostal izquierdo y orificio de salida a nivel del
quinto espacio intercostal izquierdo debajo de la tetilla. La trayectoria
trazada por este proyectil fue subcutánea; c) Herida de bala con orificio
de entrada a nivel del séptimo espacio intercostal izquierdo con orificio
de salida en la cara posterior del hemitórax izquierdo a nivel del séptimo
espacio intercostal, d) Herida de bala en el hueco axilar sin orificio de
salida; e) Herida de bala con orificio de entrada en la fosa ilíaca
izquierda, sin orificio de salida; f) Herida de bala con orificio de
entrada a nivel de la primera falange dedo índice mano izquierda, con
orificio de salida cara anterior-tercio inferior antebrazo izquierdo.- La
trayectoria trazada por este proyectil ocasionó fracturas conminutas de los
huesos del carpo, metacarpo, cúbito y radio con gran pérdida de tejidos
blandos; y g) Traumatismo región temporal, auricular y molar izquierdas,
con hundimiento del arco cigomático”.
El grupo que puso fin a la vida
de Trujillo estaba integrado por Luis Salvador Estrella Sadhalá,
Antonio Imbert Barrera, Roberto Rafael Pastoriza Neret, Huáscar Antonio
Tejeda Pimentel, Antonio de la
Maza, teniente Amado García Guerrero y Pedro Livio Cedeño
Herrera.
El chofer Zacarías de la Cruz también recibió seis
heridas de armas de fuego, conforme al expediente.
CHOFER NARRÓ
LOS ÚLTIMOS MINUTOS DE VIDA DEL TIRANO
“En
Ciudad Trujillo, Distrito Nacional, Capital de la República Dominicana,
a los veintiún (21) días del mes de julio del año en curso de mil
novecientos sesentiuno (1961), siendo las 12:00 p.m., Nos, Dr. Wilfredo
Mejía Alvarado, Juez de Instrucción de la 1ra. Circunscripción del Distrito
Nacional, acompañado del Dr.
Teodoro Tejeda Díaz, Procurador
Fiscal del Distrito Nacional, y asistidos del Secretario infrascrito, y en
virtud del auto de traslado dictado por Nos, nos hemos dirigido a la casa
No. 14 de la calle Josefa Perdomo de esta ciudad, residencia del Mayor A.M.
Zacarías de la Cruz,
donde hemos procedido a realizar el interrogatorio de éste en la forma
siguiente:
¿Cuáles son sus
generales de ley?
Dominicano, de 54 años de edad, casado, militar, natural del Seybo, de este
domicilio y residencia en la casa No. 14 de la calle Josefa Perdomo de esta
ciudad, portador de la cédula Personal de Identidad No. 31499, serie 1ra.
¿Qué podría Ud.
informarnos, en relación al atentado criminal perpetrado la noche del 30 de
mayo del año en curso, contra la ilustre persona del Generalísimo Dr.
Rafael Leonidas Trujillo Molina, y en el cual Ud. fue herido?
Yo era el encargado de los vehículos privados del Jefe, y era la persona
que el Jefe utilizaba como chofer, para sus viajes personales tanto en la
ciudad como al interior. Alrededor de las 8:00 p.m., del día 30 de mayo del
año en curso, cuando él se preparaba a dar su acostumbrado paseo por la
avenida George Washington, me dijo que me preparara para ir a la Hacienda Fundación.
Yo le pregunté entonces: “Jefe, sigo detrás o lo espero aquí”.
Él me contestó entonces: “Espere
aquí”. Luego, como a eso de las 9:40 p.m., el Jefe regresó del paseo, subió
a su casa de Estancia Radhamés, donde yo lo esperaba, y más tarde volvió a
bajar a las 9:45. Momentos antes el teniente Pedro de la M.G.D.
y quien servía como camarero del
Jefe había preparado el maletín que acostumbraba llevar el Jefe y que según
me expresó éste, dicho maletín contenía una gran cantidad de dinero por lo
pesado que estaba. Partimos de la Estancia Radhamés
a la residencia de doña Angelita Trujillo, ubicada en la Av. Máximo Gómez,
donde el Jefe permaneció como diez minutos. El Jefe salió de la casa y se
montó en la parte trasera del carro marca Chevrolet, modelo 1957, color
azul, Bell Air. De ahí conduje el carro por la misma Máximo Gómez doblando
a la derecha en la
George Washington, avanzando hacia la autopista,
marchando a una velocidad estable de 90 kilómetros por
hora. Momentos antes de llegar al Bar Restaurant El Pony, rebasamos un
automóvil Mercedes Benz. Proseguimos marcha por la autopista en dirección a
San Cristóbal, y aproximadamente después de haber avanzado un kilómetro
después del último poste del alumbrado eléctrico, repentinamente sentí un
disparo desde un carro que iba detrás de mí con las luces apagadas. Al
mismo tiempo que sentí el disparo que presumo que fue de escopeta por la
enorme detonación, pude darme cuenta que el mismo vehículo que presumo nos
perseguía encendió las luces y volvió y la encendió. Segundos después el
Jefe me expresó: “Estoy herido, coge la ametralladora y párate a pelear”.
Entonces yo le contesté: “Jefe
son muchos, vamos a ver si nos vamos... que quiero salvarlo”. Él volvió a repetirme:
“Coge la ametralladora y vamos a pelear que estoy herido”. Mientras tanto,
el carro que nos perseguía, nos había rebasado por la derecha tirándose un
poco al paseo, y desde el carro que lo rebasaba se hicieron disparos que
por su rapidez, presumo eran de fusiles ametralladoras, todas esas balas
pegaron en el carro y entiendo que algunas de ellas le dieron al Jefe. El
carro que nos rebasó se tiró aun más a la derecha en el paseo, a
consecuencia de yo haberle tirado encima en el carro que conducía con el
propósito si lo hacía salirse de la autopista. Pero al ser un carro tan
veloz de más potencia que el mismo, pudo arrebasarnos y se cruzó hacia la
izquierda, atravesándonos, debiendo yo frenar para no chocar con el carro
que se me cruzó. En esos momentos en que frenaba traté de virar el carro
nuestro, hacia Ciudad Trujillo, desviándome hacia la izquierda, quedando
nuestro vehículo ubicado con el frente izquierdo ligeramente introducido de
la grama central de la autopista, al detenerme, y volver la cara hacia
detrás, para mirar al Jefe, pude ver que éste había abierto la puerta y se
apresuraba a desmontarse, teniendo ya un pie en tierra. Lo vi bajar
deslizando su cuerpo hacia el estribo, dándome la impresión de que estaba
mal herido. Mientras baja hacia el estribo, pude ver que con sus manos
buscaba en los bolsillos traseros un revólver pequeño calibre 38 corto, que
acostumbraba portar, y que fue la única arma que utilizó.
Mientras tanto, desde el
automóvil enemigo que nos había arrebasado y el cual se había ubicado en la
pista contraria a la nuestra, es decir, en dirección Oeste-Este, se había
detenido a unos 15
metros de distancia del nuestro, con el frente
delantero derecho saliendo de la autopista y penetrando en el paseo derecho
de ellos. Los ocupantes de este automóvil, ya se habían desmontado y nos
disparaban con nutrido fuego hacia nosotros. En esos momentos, le dije al
Jefe: “A mí me hirieron también”, el fuego que se nos hacía era cada vez
más intenso.
El Jefe se desmontó del vehículo
y avancé hacia la parte delantera derecha, y pude ver que disparaba con su
revólver hacia los enemigos, con su pequeño revólver. Mientras tanto, yo
tomé un fusil automático (semi) y comencé a disparar sobre ellos. Cuando yo
comencé a disparar, fue cuando vi al Jefe que avanzaba tres o cuatro metros
adelante del boomper del carro y cayó de bruces con el frente hacia el
pavimento, dando media vuelta al caer, cayendo inerte. Presumo que el Jefe
cayó muerto, ya que no lo vi moverse más durante el tiempo que duró el combate
que yo sostuve con los asaltantes. Descargué el fusil M-1 semiautomático
con el cual disparaba, y tomé una ametralladora Luger corta, disparando
hacia el enemigo de manera intermitente, ya que debía racionar mis cápsulas
para el combate que yo entendí se prolongaría. Vi cuando uno de los
asaltantes avanzó hacia el cuerpo inerte del Jefe, y al llegarle cerca le
disparé algunas cápsulas que lo hirieron, dejando caer el asaltante su
pistola, o dando gritos de que se sentía herido. Luego después, me salió otro
asaltante delante del carro de ellos disparando hacia mí, yo entonces les
contesté con disparos, habiéndome dado cuenta que había caído, y su pistola
había caído en el pavimento, pero prontamente se levantó y volvió hacia su
carro.
Luego cuando se acabaron los
tiros de la ametralladora que yo portada adelante, abrí la puerta del lado
derecho del carro y me desmonté, para coger la ametralladora del Jefe que
estaba detrás del carro. Logré alcanzarla y cuando me disponía a sobarla
para disparar, fui alcanzado una vez más en la cabeza, por un disparo que
me derribó dejándome sin sentido. Es lo último que recuerdo en relación al
asalto y al combate, en el cual recibí heridas en las dos piernas, en el
muslo izquierdo, dos heridas en el vientre, dos heridas en el hombro
derecho, una herida en el tobillo derecho y una herida en la cabeza que me
fracturó o astilló la parte superior del frontal. Cuando recobré el
conocimiento, un tiempo después que no puedo precisar, encontré la
ametralladora Thompson a unos pasos de mí, así como a alguna distancia de
la ametralladora, en el lugar donde vi caer al Jefe, el kepí que éste usaba
esa noche.
Recogí ambas cosas y me senté en
una verja situada a la derecha de donde me encontraba y esperé unos cinco
minutos para ver si me traían a Ciudad Trujillo, ya que
|